“Ciberlentas, pero seguras”… no es que seamos lentas, es que caminamos a nuestro ritmo, paso a paso... así que somos Ciber “Seguras en el caminar paso a paso”. Este es el lema con que nos hemos identificado en los últimos tiempos. Hemos puesto nuestro esfuerzo en actuar rápido ante las urgencias a pesar de las contingencias y las diversas demandas de cada una de quienes formamos parte de este equipo. Abordar estas temáticas nos llena de alegría y a la vez, cansa, porque somos activistas y tenemos diferentes planos de vida: somos hijas, cuidadoras, trabajadoras, etc., y también vivimos un contexto único en el marco de la pandemia de los recientes años. Compartimos con el mundo esta experiencia única, que sin duda cada pueblo, cada comunidad, cada persona vivió de maneras muy distintas, pero casi podríamos asegurar que también les dejó exhaustas.

Escribimos en colectiva porque, sin importar de dónde venimos, ni cuándo ni cómo llegamos, nos unen cruces transversales en los territorios que habitamos, considerando que cada uno de estos tiene particularidades. Y creemos que la reunión y la posibilidad de estar juntes, tiene un poco de confabulación del cosmos, pero también de intención, decisión y convicción.

En nuestro andar, usamos el femenino cuando nos referirnos a “las personas”. Usamos también la x, y hemos aprendido de otras activistas que el uso de la x en el texto genera impacto en la accesibilidad de la lectura de las páginas, al impedir a los lectores automáticos reconocer el fonema (todxs, por ejemplo). Nos entrenamos también en el uso de la e, y más recientemente en el de la æ. Nos gusta imaginar y buscar también diferentes formas de nombrarnos: amix, amics, compas y compis, entre otras hartas maneras que intentamos a diario cuando nos vamos a comunicar.

El 19 de septiembre de 2017 nos juntamos en Quito, Ecuador, durante un encuentro Ciberfeminista. Allí, mientras la Ciudad de México y sus alrededores se zambullían en un trágico terremoto, empezaba nuestra existencia como red latinoamericana. Ese terremoto no fue el único en México, y la historia de Ciberseguras no estaba apenas comenzando. Pero ahí empezó lo que somos hoy, una red de apoyo con la intención de aprender, de organizarnos y construir, juntas. El uso del femenino no fue accidental. En ese momento histórico, político y de articularnos, utilizábamos políticamente el uso lingüístico femenino puesto que nos proponíamos en ese momento como una red de mujeres.

En ese momento, problematizamos nuestro interés común por la seguridad digital, pues la urgencia de entonces eran las violencias de género en línea, las violencias relacionadas con las tecnologías. Nuestra intención no era solo responder a esas violencias sino encontrar maneras de reducirlas, neutralizarlas, eliminarlas. Teníamos y tenemos herramientas que se complementan de manera comunitaria, sabiendo que estas siempre quedan obsoletas o se vuelven innecesarias dado el alcance de las violencias y la agilidad de las tecnologías. Parte del objetivo de juntarnos era, precisamente, apoyarnos con recursos, estrategias, rutas y también abrazos, porque cuando enfrentamos violencia se necesitan, así sea en la virtualidad. Y también empezamos a cuestionarnos la seguridad, y decidimos hablar de cuidados, de cómo habitar internet y sentirnos a salvo, pero también a gusto.

Y no vamos a decir que fue un invento nuestro. Este enfoque de seguridad y cuidado tiene una genealogía a la cual adherimos. No partimos de cero. Sabemos todo lo que les debemos a quienes trabajaban desde antes, y a quienes estaban trabajando al mismo tiempo que nosotras, y a quienes siguen trabajando hoy contra las violencias en los entornos digitales. Nuestra convicción es que los saberes son para compartirse y para practicarse, porque nuestra intención es vivir libres de violencias, que todes vivamos libres de violencias, teniendo en cuenta nuestras identidades diversas, expresiones, aspectos físicos, capacidades físicas-intelectuales o financieras. Creemos que esa es una intención compartida con quienes también trabajan estos temas, y por eso seguimos aprendiendo e intercambiando en diversos escenarios y con diversidad de personas. A todes <3 les valoramos por su sentido de justicia, y por sus prácticas y su experiencia.

Reconocernos en permanente aprendizaje nos implica, a quienes hacemos parte de Ciberseguras, saber que en nuestros haceres podemos equivocarnos, pero esto es un impulso para aprender en conjunto. No por buscar espacios más justos estamos exentas de equivocarnos, pero apostamos por confluir desde una ética política feminista para darnos el tiempo de trabajar, aprender, reflexionar, transformar cuestionar y abordar. Por eso, el último año decidimos voltear la mirada hacia dentro, rebuscar en nuestros sentires, necesidades, capacidades, incapacidades y límites.

Iniciamos un proceso de sanación para entender lo que nos atraviesa el cuerpo, lo que nos dificulta construir en colectivo, lo que nos implica afrontar la violencia de género en un mundo donde la diferencia (entendida como todo aquello que se sale del modelo del hombre blanco acomodado en el Norte) está jerarquizada y diferencialmente oprimida. Durante el último año hicimos espacio para compartir ámbitos de nuestras vivencias que no habíamos explicitado, como orientación sexual, pronombres, identidad de género, territorialidades, experiencias de racialización, diferencias culturales, de carácter y clase.

En un proceso profundo donde hemos puesto sobre la mesa los desbalances de poder que, sin querer queriendo, nos permitimos cuando no respondemos a un mensaje de chat, cuando la vida no nos da para sostener un proceso hasta el final, cuando no somos capaces de verbalizar los dolores y las rabias y el cansancio que vivimos, y cuando no sabemos identificar un pedido de ayuda. Nos hemos cuestionado profundamente nuestras propias relaciones, cómo ejercemos el poder y cómo lo legitimamos. En este proceso de reflexión comunitaria, hemos podido visibilizar y analizar diferentes ámbitos de las jerarquías de poder que podríamos no haber estado observando, sesgos propios de cada persona que emergen en nuestras conversaciones, buscando identificarlos para transformarlos.

Hemos cuestionado nuestra participación en este espacio. Hemos priorizado algunas relaciones y otras las hemos dejado en remojo, porque reivindicamos nuestra necesidad de tomarnos el tiempo para reflexionar y replantear nuestra existencia colectiva. Consideramos que esto es saludable y parte del proceso de crecimiento de toda colectiva.

Durante el último año construimos activismos desde la confianza y la vulnerabilidad, donde nos permitimos errores, y nos reconocemos en continuo aprendizaje. Sabemos que este es un camino más largo pero integral. Durante el último año hemos guardado silencio en el espacio público digital, creemos que el trabajo más difícil, el más honesto y necesario, es con nosotras mismas. Hemos enfocado nuestro trabajo en reflexionarnos, en generar nuestras nuevas líneas, en imaginarnos, lo cual ha decantado en que nuestra presencia en el espacio público digital ha disminuido. No obstante, sabemos que trabajar en nosotras es trascendental para fortalecernos y poder enfocar nuestro trabajo, que es importante para contribuir a los movimientos contra las violencias y en pos de los futuros que queremos. Durante el último año hemos reflexionado desde el dolor, la ansiedad, la incertidumbre y el cuestionamiento permanente, y sabemos que todavía nos queda mucho por seguir cuestionando y aprendiendo. Estamos bien con reconocernos incompletas, imperfectas, en continuo aprendizaje, pero juntas para señalarnos y acompañarnos en el error y el acierto.

Después de un año de trabajo, que no ha concluido, nos sentimos con fuerza suficiente para decir: aquí estamos, somos Ciberseguras y trabajamos a diario, individual y colectivamente, porque las tecnologías digitales no sean útiles a un sistema de muerte, discriminación y odio. Porque creemos que las tecnologías digitales pueden ser liberadoras, para el disfrute y el juego, y la transformación social. No somos una red de organizaciones. Somos personas trabajadoras y hacemos parte de Ciberseguras desde nuestras diferentes capacidades individuales, conocimientos y lugares. Somos una colectiva que conformamos distintas personas, de distintos territorios de Latinoamérica y el Caribe, desde nuestras diferentes capacidades individuales, vivencias, conocimientos.

Nuestros valores se orientan a generar aprendizaje en la marcha, a confluir, para que el rumbo que tomamos sea la transformación social. Nuestros canales de comunicación siempre van a estar abiertos a abordar discrepancias que pueden surgir en cualquier movimiento social, siempre desde una mirada de confluir, y no desde una perspectiva punitivista, de difamación, tergiversación o cancelación. Estamos aquí, hemos trabajado, queremos seguir haciéndolo, con convicción porque sabemos que el contexto que vivimos nos impulsa a que trabajemos en torno a la construcción de alianzas para abordar los desafíos que trae la búsqueda de un mundo sin violencias. Aquí estamos, y aquí seguimos.